miércoles, 23 de abril de 2008

¿Cuántas veces, aún estando con gente alrededor, o sabiendo que hay quien te apoya, nos sentimos totalmente solos?
Caminamos, y muchos no hemos de dejar demasiada huella; en el camino nos encontraremos multitud de personas que entrarán y saldrán de nuestra de nuestra vida, necesitaremos de ellas y, tal vez, ellas necesiten de nosotros; pero aún así y aunque sean muchas, caminamos solos y en muchas ocasiones no obtendremos el apoyo deseado; es entonces cuando me cuestiono las relaciones humanas, en su mayor parte, relaciones de conveniencia, relaciones interesadas. A cada instante me planteo si no sería más practico ser totalmente autosuficiente y no necesitar en ningún momento de la ayuda de nadie, aunque puede que esto vaya contra nuestra naturaleza; pero desde mi punto de vista se eliminarían las decepciones, la frustración que conlleva el hecho de que alguien en quien confías te falle.
Una parte de mi quiere necesitar de las personas, pero la otra aborrece tal idea, no se si por la sensación, en ocasiones gratificante, de saber que uno puede solucionar sus problemas por si mismo o a modo de mecanismo de defensa ante las inevitables decepciones.
Estas últimas, las decepciones, me hacen pensar que tal vez espere demasiado de mi entorno, un entorno frío y egoísta, en el que cada cual solo se mira a si mismo, preocupándose únicamente por sus intereses y por aquello que más le favorezca en cada momento; y esta es la sociedad que hemos creado, en la que somos anónimos y se nos trata como a un número, donde no se tienen en cuenta los sentimientos, ni nadie es capaz de ponerse en el lugar de los demás.
No se que opinareis, tal vez esté totalmente equivocado con esta reflexión, pero francamente, así me siento cada mañana.

No hay comentarios: